Las revisiones de próstata permiten detectar y tratar diversas patologías de esta glándula. Entre ellas está la prostatitis, es decir, la inflamación de la próstata causada por una infección bacteriana. Esta dolencia es temporal y desaparece una vez que se trata su causa, pero para ello primero hay que identificarla.
Uno de los problemas comunes de la próstata es su agrandamiento cuando los hombres llegan a la mediana edad (entre los 40 y los 50 años). Si el crecimiento de esta glándula es exagerado pero no maligno, se trata de una hiperplasia benigna de próstata.
Aunque esta dolencia en principio no es peligrosa, si no es controlada a tiempo puede desencadenar enfermedades más graves, como el cáncer de próstata. Además, el aumento del tamaño de la glándula puede comprimir el conducto de la orina y originar problemas para miccionar. Las dificultades para orinar provocan que la vejiga tenga que realizar un mayor esfuerzo y que no se elimine toda la orina. Los restos de orina no expulsados pueden generar infecciones y cálculos vesicales.
Asimismo, las revisiones de próstata son imprescindibles para detectar precozmente el cáncer en esta glándula. El cáncer de próstata está considerado el tercero más mortal en los hombres, después del de pulmón y estómago. Como su avance suele ser lento se puede tratar eficazmente, aunque para ello es importante detectarlo a tiempo, algo que se consigue gracias a las revisiones anuales.
Habitualmente estas revisiones de próstata deben comenzar al cumplir los 50 años. No obstante, si existen antecedentes familiares de cáncer prostático es recomendable comenzar las revisiones a partir de los 40 años. A los hombres de etnia negra se les aconseja que empiecen a revisar su próstata a partir de los 45 años. Asimismo, es importante acudir a una consulta de urología si se presentan síntomas anormales como cambios en la frecuencia de orinar o molestias. Cuanto antes se conozca el problema, antes y más fácilmente se podrá tratar.
Pruebas de revisión de la próstata
Durante una revisión de próstata un especialista evaluará mediante una entrevista o cuestionario los síntomas del paciente. Asimismo, podrá realizar una o varias de las siguientes pruebas para comprobar el estado de la glándula:
- Tacto rectal: revisión física que consiste en la introducción por parte del médico de un dedo lubricado y protegido por un guante en el orificio anal. Esta prueba, que puede resultar algo incómoda pero no dolorosa, pretende detectar nódulos o irregularidades en la superficie de la próstata, un aumento de la consistencia en una porción de ella o la alteración en los bordes de la glándula.
- PSA (Antígeno Prostático Específico): mediante una analítica de sangre se analiza la cantidad de PSA, una proteína producida por las células prostáticas. La identificación de un nivel alto de PSA es la prueba que más ayuda a sospechar de la existencia de un cáncer de próstata. No obstante, un PSA alto no es diagnóstico de cáncer, sólo indica que puede haber una alteración de la próstata que conviene estudiar. El PSA puede encontrarse elevado por otras causas como prostatitis, hiperplasia benigna de próstata de gran volumen, infecciones prostáticas o retención urinaria, entre otras causas.
- Ecografía transrectal (TRUS): introducción de una sonda en el recto para poder ver la próstata y las vesículas seminales mediante ultrasonidos.
- Biopsia de próstata: se realiza a los pacientes de los que se sospecha que puedan tener cáncer prostático. Consiste en extraer pequeñas muestras de la glándula mediante un ecógrafo transrectal. El anatomopatólogo (especialista que estudia los tejidos) analiza la muestra y emite un diagnóstico en el que determina si está o no afectada por cáncer.
Fuente: salud.ideal.es