Durante los últimos años, la vitamina D se ha convertido en un tema recurrente en redes sociales y medios de salud, generando preocupación sobre un supuesto déficit generalizado. Sin embargo, la suplementación desmedida sin supervisión médica no está exenta de riesgos.
La Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) alerta que un exceso de esta vitamina puede provocar síntomas inmediatos como náuseas, vómitos, estreñimiento y debilidad, y a largo plazo, daño renal que incluso puede derivar en cálculos renales e insuficiencia renal, afectando también al corazón.
El debate sobre los niveles óptimos de vitamina D refleja la falta de consenso entre profesionales sanitarios y sociedades científicas.
Como explica Elena Moreno Charco, farmacéutica de Atención Primaria en la Gerencia de Atención Integrada de Cuenca (SESCAM), la prevalencia de déficit depende del umbral que se considere: «Con un valor de 25(OH)D mayor a 30 ng/ml, más del 88% de la población tendría niveles bajos; con 20 ng/ml, la cifra baja al 37%, y si se usa 10 ng/ml, solo el 7% se consideraría deficitario».
Esta disparidad ha provocado un incremento notable de pruebas médicas tanto en la sanidad pública como en laboratorios privados, así como un aumento paralelo en el consumo de suplementos de vitamina D sin indicación profesional. Según SEFAP, muchas recetas de esta vitamina se emiten para elevar niveles percibidos como insuficientes, aunque la evidencia no respalda su uso generalizado en personas sanas.
La reciente GuíaSalud del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, financiada por el Ministerio de Sanidad, enfatiza que no se recomienda el cribado rutinario de vitamina D en población sana. Solo debe realizarse en pacientes sintomáticos, con enfermedades crónicas, bajo ciertos tratamientos que afectan su metabolismo, o ante sospecha de toxicidad.
Para la farmacéutica Moreno, el rol de los profesionales de Atención Primaria es crucial. Ellos revisan tratamientos de vitamina D sin indicación clara, identifican niveles tóxicos superiores a 50 ng/ml y ajustan dosis erróneas, siguiendo programas como el impulsado por SESCAM. “Nuestro trabajo garantiza que los pacientes no sufran complicaciones por suplementación inadecuada”, señala.
En cuanto a la prevención, la FAP recuerda que la población general solo necesita 600-800 UI diarias de vitamina D para mantener niveles adecuados. Una dieta equilibrada puede aportar esta cantidad: 100 gramos de atún a la plancha ofrecen aproximadamente 1.000 UI, mientras que 100 gramos de setas proporcionan entre 400 y 800 UI.
La exposición al sol también es fundamental: 5 a 15 minutos diarios en cara, brazos o piernas, preferentemente entre octubre y abril, contribuyen a la síntesis natural de vitamina D, siempre tomando precauciones para evitar quemaduras y daños cutáneos.