Solo 25% de las personas con incontinencia urinaria buscan ayuda profesional

La incontinencia urinaria afecta a más de 400 millones de personas en el mundo —el equivalente a la población del tercer país más habitado—, y sigue siendo uno de los temas menos conversados. El silencio, los tabúes y la desinformación que la rodean son aún hoy las principales barreras para acceder a ayuda o mejorar la calidad de vida, generando consecuencias no solo físicas, sino también emocionales y psicológicas.

Y es que la incontinencia no distingue edad ni género. Según datos del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) y del Boletín Mexicano de Urología, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres experimentan algún grado de incontinencia. Aun así, solo el 25 % de quienes la padecen busca ayuda profesional.

Más allá del impacto físico, esta condición afecta de forma diferenciada el bienestar emocional de hombres y mujeres. Una revisión publicada en International Urogynecology Journal reveló que las mujeres con incontinencia tienen más del doble de riesgo de desarrollar depresión, mientras que, en los hombres, aunque la relación era menos consistente, también se observa una tendencia al malestar psicológico.

Estos hallazgos muestran cómo, pese a vivirla de forma distinta —ellas con mayor impacto en la autoestima, ellos con sentimientos ligados a la pérdida de control o masculinidad—, ambos géneros coinciden en que esta condición puede afectar profundamente su calidad de vida.

Hay que reconocer que la incontinencia existe y que afecta significativamente el bienestar emocional puede marcar la diferencia entre vivirla con miedo o con libertad. Con un diagnóstico temprano, el uso de productos diseñados específicamente para esta condición y una red de apoyo empático es posible mantener la autonomía y disfrutar de una vida plena.

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