No es de extrañar que el café sea una de las bebidas más consumidas en el mundo, pues aporta ese shot de energía que se requiere para comenzar las actividades diarias. Sin embargo, los consumidores de café pocas veces se ponen a pensar en los efectos que esta sustancia estimulante tiene en el cuerpo, especialmente en el hígado y los riñones.
Antes que nada, debes saber que tanto los riñones como el hígado desempeñan funciones importantes para el mantenimiento del cuerpo: el hígado es el principal órgano desintoxicante del cuerpo: filtra y elimina toxinas y sustancias nocivas del torrente sanguíneo, asegurando que no se acumulen y causen daño al organismo.
Por su parte, los riñones se encargan del filtrado de la sangre, la regulación hídrica y de electrolitos, facilitando funciones metabólicas esenciales y eliminando desechos para garantizar el bienestar general.
Por lo anterior, el consumo de café suele afectar directamente sobre estos dos órganos porque son los encargados de filtrar y eliminar el exceso de sustancias que aportan al cuerpo y que no son procesadas de manera adecuada.
En lo referente a los riñones, la principal razón por la que genera preocupación el consumo excesivo de café es la presencia de oxalato en esta bebida; porque está relacionada con la formación de cálculos renales, aunque esto solo ocurre en determinados casos y cuando el consumo es en exceso.
En el caso del hígado, el café ha sido bautizado como el «grano mágico» por sus propiedades protectoras. Investigaciones sugieren que el consumo regular puede reducir el riesgo de cirrosis y daño hepático.
¿Cuánto café es saludable? Según la Universidad de Harvard y especialistas, se recomienda un consumo que no exceda las cuatro o cinco tazas al día, equivalentes a no más de 400 miligramos diarios de cafeína.
Es esencial tener en cuenta que esta recomendación se refiere a café negro, sin aditivos como leche o azúcares, ya que estos pueden contrarrestar los posibles beneficios y, en algunos casos, contribuir a problemas de salud.